diumenge, 1 de juliol del 2018

EL CERRO DE LA CRUZ-DESAYUNO MOLINERO



En la casa dormían tres adultos y una muchacha, envueltos en las pieles que una de las mujeres del poblado les había regalado cuando llegaron meses antes, entre la negrura de la noche, huyendo de las revueltas que habían destruido su pequeña aldea.

Las nubes grises llenaban el cielo cuando la pequeña Mandonia se levantó sin hacer ruido para no despertar a los que todavía dormían, se peinó sus largos cabellos negros con un peine de marfil de forma trapezoidal con una sola hilera de dientes que su padre había tallado para ella poco antes de morir y caminó hasta la estancia donde se guardaban los frutos de aquellos majestuosos árboles que rodeaban todo el poblado. Le dieron a beber leche recién ordeñada en un minúsculo vaso en forma de cáliz, unas cuantas olivas y un poco de pan y con su pequeño mortero majó aceitunas negras, maduras, diminutas, tantas como pudo, después aquellos dos hombres llenaron sacos de esparto de trama ancha que retorcían ayudándose de palos de madera, sobre una artesa de roble, para obtener tan preciado zumo.

El viento del este había amainado cuando regresaba a casa de noche, andando por las angostas calles, llevando colgada en la espalda una odre de aceite, como si de un tesoro se tratara. Se sentía contenta y feliz con su recompensa por tan arduo trabajo, con el oro líquido podré honrar la memoria de mi padre, pensó, y siguió caminando hasta que algo a lo lejos la distrajo. Una gran bola de fuego se iba acercando hasta donde ella estaba, se quedó atónita, no les estarían atacando de nuevo?, de golpe una lluvia quemante invadió el espacio, las techumbres de madera, barro y paja empezaron a arder, todas a la vez, las gentes recogidas en torno a sus hogares, protegiéndose del frió intenso del momento empezaron a salir de las estancias dejando atrás sus pertenencias, sus animales y hasta sus hijos. Mandonia corrió a refugiarse en el aljibe que su tío, Culcas, había construido frente a la casa donde moraban y el seco otoño había dejado sin agua. En pocos minutos todo quedó arrasado. La muchacha oyó voces y gritos, golpes de espadas, derrumbamientos, y sintió miedo, pero no se movió, y se quedó dormida...






El poblado ibérico del Cerro de la Cruz se encuentra ubicado en el término municipal de Almedinilla, provincia de Córdoba. Es un típico emplazamiento en alto, de difícil acceso y de fácil defensa. Estos poblados se encuentran casi siempre amurallados por su parte más accesible, aunque las primeras excavaciones resultaron poco fructíferas en el intento de localizar las murallas, hay indicios de pequeños tramos en la falda del cerro. Está dispuesto en terrazas escalonadas, excavadas directamente en la roca.

El área ocupada pudo ascender a 4'7 Ha de terreno y la estructura definida de calles, plazas, patios y manzanas de casas perfectamente articuladas, elevan el concepto de poblado a la categoría de ciudad. Los restos conservados de estructuras arquitectónicas presentan zócalos de piedra irregular, alzados de adobe o tapial, empleo de cal para el revestimiento de los muros interiores y en algunos casos se hace visible la impronta de la ventana, la puerta o el poste que sostenía el segundo piso de estos edificios.

Es un poblado de vida corta, uno de los pocos excavados en Andalucía, de Baja Época Ibérica. Datado en torno al siglo II ane, fue abandonado tras una violenta destrucción, en torno al 140 ane, en la que fue incendiado, sus habitantes masacrados y expulsados para nunca más volver, relacionada muy probablemente con las Guerras Lusitanas que mantuvo el cabecilla Viriato contra los romanos. 






Desayuno molinero


Es la comida que se celebraba en el cambio de turno de los antiguos molinos de aceite andaluces. Originalmente constaba de pan tostado, que se tostaba directamente en la candela que se usaba para calentar el agua del molino, aceite de oliva virgen extra que goteaba directamente de los capachos que estaban siendo prensados y aceitunas partidas y aliñadas. En días especiales los molineros traían de sus casas naranjas, tomates, carnes adobadas (chacinas) y bacalao.
En la actualidad se han incorporado nuevos y sabrosos productos como el jamón ibérico,  el pan candeal o mollete con pulpa de tomate triturado, el zumo de naranja, el café con leche, el membrillo, el queso...




Bibliografía

  • OIKOS, Cuadernos Monográficos del Ecomuseo del Rio Caicena, nº 2 (2010) "Un drama en tres actos. Dos milenios de ocupación humana en el Cerro de la Cruz (Almedinilla, Córdoba) Muñiz Jaen, I. Quesada Sanz, F. (Eds)

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